lunes, 30 de enero de 2012

Unas cuantas estaciones sin parada

Era verano del 96. Yo comía un trozo de bizcocho de naranja y supongo que tenía la boca un poco seca, como siempre me pasa con el bizcocho. Estaba en mi cuarto. Estaba muy cerca de estar vacío, tenía el colchón en el suelo y una doble altura que yo utilizaba para leer. Tenía dos ventanas opuestas, que por eso mismo competían por ofrecer las mejores vistas: Oriente, que tenía el mar, y poniente, que tenía la sierra y un pueblecillo.
Sonaba Blackberry Stone de Laura Marling, aunque por aquel entonces ella debía tener 5 años. Por la luz dorada que se proyectaba de la ventana de poniente deduje que eran alrededor de las 8 de la tarde.

Salí de mi pequeño hogar y me ví en el patio-azotea común. Mi habitación componía una de las muchas esquinas de aquel lugar inmenso y altísimo, última planta de una unidad habitacional suspendida en Marsella.
No había nadie más fuera de su cuarto pero todas las puertas estaban abiertas y de cada una se escapaba un aroma que me atraía curiosa, con los ojos bien abiertos.
Esa tarde encontré fuera también a un chico. Valiente. No debimos hablar mucho, o quizás de nada diferente, porque no lo recuerdo, pero me cogió fuerte de la mano y lideró mi búsqueda, y los dos trotábamos muy rápido por los pasillos de todas las plantas.
Y así la conocí a Ella, que estaba boca arriba en paz en su cama, con una leve sonrisa y en silencio, y le daba la luz tenue, que usaba de sábana. Nos acurrucamos a su lado y nos abrazamos, y más tarde, llegaría la noche.

domingo, 22 de enero de 2012

Goodnight travel

El 31 de Agosto de 1991 era mi primer día en el Lugar.
Salí porque, irremediablemente, necesitaba provisiones, y eché a andar y andé y andé y llegó el momento de volver.
Y entonces di la vuelta,
y no recordaba cuál era mi casa.
No lo había sabido en ningún momento!
 De ese lugar,
yo sólo había salido.

Así que miré todas las casas de la calle,
y como es natural
 ninguna me resultaba la mía.

Y pregunté a los pocos que rondaron por allí,
y como es natural, de eso,
nadie decía nada.

Entonces me senté en la acera y esperé
a que yo volviese a salir de mi casa a por provisiones,
y preguntarme a mí misma así, cuál era mi casa,
Y como es natural,
yo tampoco sabía nada.

sábado, 14 de enero de 2012

Cómo viajar con un desconocido: Capítulo I

De todas las cuestiones que puedan haber surgido, responderé la que al menos yo, considero la primera: ¿Por qué?

Por qué irse, quiero decir.

Muchas personas han invocado al Tema del deseo de Dejarlo todo y Escapar, y se me ha aparecido y manifestado y personificado en los más diversos lugares y momentos (antes de un examen, después de un examen, en la más cómoda reunión de fumadores de hierba habituales, en cafés, en el tren de cercanías, camino ya de casa tras una gran noche de sábado, en mi propia casa) a través de las bocas más pintorescas, o preciosas, o dolorosas, o no del todo sinceras, o maniáticas.
Por ejemplo, mi amigo Luis quiere dejar el país porque, al no poder superar su odio obsesivo-compulsivo a las faltas de ortografía, prefiere ser feliz todos los años que tarde en conocer la gramática rusa mejor que los rusos con los que conviva.

Pero he encontrado razones que se han dejado clasificar, para empezar, las físicas. El olor del aire, la dureza del agua, la condenada ortogonalidad de los edificios, la ausencia de césped, la lejanía de las montañas) Hay quien puede confundir la historia de su vida con una novela carcelaria.

Por otro lado están, las razones psicológicas. Y de todas ellas destaco la que denomino "gentitis". Sin atender a comportamiento concreto de los individuos ni de los grupos, la concentración de gente puede crear afecciones tales como la pérdida del sentido de la amistad, el uso de los demás como compañía temporal, el olvido de los intereses personales, el olvido de los intereses ajenos o la total abstracción, saturación.

Existen también las razones biológicas. La búsqueda de la diversidad, el gusto irremediable por los pelirrojos, la necesidad de confluencia de miradas.

Y por último, las razones verdaderas:
No haber encontrado en un lugar ni a la soledad; ni a la gente.

miércoles, 11 de enero de 2012

Estos días jugamos al cíclope

Las metamorfosis de la vida
construyen.
¿o deforman?

sábado, 7 de enero de 2012

Fusiones

Mis pilares pierden solidez
y yo me pierdo en el Estado Líquido.

viernes, 6 de enero de 2012

La velocidad de la luz.



Si te quedas, me moveré tan rápido
que los días no podrán sucederse.