sábado, 3 de abril de 2010

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Y de repente ...zas!

Un impulso (interior) me empuja con un impulso (exterior) muy, muy fuerte, tan fuerte que con la inercia ya no puedo andar, sino correr. Mientras corro no puedo parar, hasta acabar estrellándome, como cuando estás aprendiendo a patinar sobre hielo, y todo va bien hasta que te das cuenta de lo rápido que vas y sientes miedo...y te caes.

Y notas el hielo del suelo pero sentada en un banco, porque has tocado fondo.

El otro día noté en el ambiente una rotura de corazón. ¡Esperaba que no fuese mía!. Pero no había NADIE más en un kilómetro a la redonda. Estaba claro, era mía. "Al menos" tengo las manos llenas de pañuelos que me han regalado los que lo han notado también (qué vergüenza)... por si apareciesen unos hipotéticos mocos asquerosos debajo de las lágrimas.